Todos sabemos que los bebés utilizan el chupete o bien succionan el pulgar porque les ayuda a calmar su inquietud.  La succión, además, estimula toda la musculatura de la cara. Por lo tanto estos son  hábitos necesarios y sólo son contraproducentes cuando su uso se alarga en exceso.

Es aconsejable que alrededor de los dos años el niño  abandone  estos hábitos poco a poco y los padres serán quienes les ayuden a dar ese paso.

Prolongar su uso durante más tiempo puede producir malformaciones en los dientes,  en el paladar y problemas en la pronunciación de sonidos.

Lo mismo ocurre cuando prolongamos más tiempo del necesario la toma de biberones o de alimentos pastosos.  En este caso también se pueden producir malformaciones dentarias, en el paladar, problemas en la pronunciación de algunos sonidos y una forma incorrecta de tragar que se conoce con el nombre de deglución atípica.

Los niños que se acostumbran a la succión del chupete o del pulgar o bien a la toma de biberones y de una alimentación pastosa durante demasiado tiempo no pueden tragar bien porque su lengua no tiene  fuerza  y no puede sostenerse en la posición correcta (en los alvéolos). Es una lengua que está siempre en el suelo de la boca o en una posición avanzada, y por lo tanto flácida. Los niños con deglución atípica empujan la lengua contra los dientes en el momento de tragar, o se ayudan de la contracción de labios o mejillas. Pensemos que si tragamos entre 600 y 1.000 veces al día y lo hacemos de forma incorrecta, es muy probable que se produzcan malformaciones en los dientes y en la mandíbula.

Los niños que no tragan de forma correcta los alimentos o la saliva también suelen masticar mal. Para masticar correctamente hay que triturar la comida con las muelas de ambos lados, y estos niños suelen machacar la comida contra la lengua, como si succionaran de la tetina de un biberón, por ejemplo. Son niños que tardan mucho en comer, que hacen de la carne una bola imposible de tragar o que acumulan mucha saliva en la boca.

Esa lengua más hipotónica, con menos fuerza, puede causar también problemas en la pronunciación de sonidos en los que se requiere una mayor  fuerza muscular y una precisión en el punto de articulación. Así, es frecuente encontrar en estos niños problemas en la articulación de los sonidos fricativos y alveolares: l, r, s…

Otros malos hábitos que deben corregirse porque pueden causar problemas en la dentición son comerse las uñas, chupar o morder todo tipo de objetos como lápices, ropa, etc.

La misma falta de fuerza muscular de la lengua o de los labios la tienen los niños que respiran por la boca.

Hay muchos niños que respiran por la boca porque tienen vegetaciones, el tabique nasal desviado o porque padecen bronquitis y alergias respiratorias, pero una vez se han podido solucionar con el tratamiento médico, el niño no consigue librarse del hábito de mantener una respiración bucal. Nos estamos refiriendo a los niños que están siempre con la boca abierta y, en consecuencia, la lengua no mantiene una posición adecuada, por lo tanto, también pueden tener problemas en la deglución y de malformación dentaria.

Los casos de deglución atípica, incorrecta pronunciación de determinados sonidos y de respiración bucal sin causa orgánica que la motive debe ser tratados cuanto antes por un logopeda.

Mª Jesús Rodríguez , logopeda, signe